Inciarte (1998) lo describe como una función
inherente al quehacer educativo en los primeros niveles, la cual ha de
proporcionar a alumnos, alumnas y jóvenes la atención como personas, partiendo del examen de sus
características, necesidades e intereses. A su vez, fomenta el conocimiento de
ellos mismos, de los demás y del ambiente que los rodea. Otro aspecto
importante de la función orientadora del docente radica en la exploración
vocacional de los estudiantes, ya que busca canalizar su capacidad productiva
en armonía con sus aptitudes.
Pero Castillo (2006) explica
que un buen profesor no se conforma con orientar al estudiante, sino que
pretende ser soporte de la persona que estudia y ayuda a la persona total.
Intenta que cada alumno crezca como persona, aunque sin desvincular esto último
del estudio: la mejora como estudiante es un aspecto de la mejora personal en
el sentido de hacer del estudio un trabajo bien hecho.
Reflexión:
Como su mismo nombre lo indica
rol del orientador, ya que el docente tiene el deber de orientar, guiar a sus
alumnos por el sendero de la responsabilidad, el respeto, la decencia e
incentivarlo a ser expresivos al momento de querer sacar a luz todas sus ideas
o inquietudes, sin miedo a que por eso
lo califiquen o sea objetivo de burla delante de sus compañeros.
Otros de los objetivos de este
rol tan fundamental es explorar la vocación de sus estudiantes por medio de
actividades recreativas que ayuden al niño a canalizar sus preferencias al
momento de definir su propia vida.
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